
Por las tardes cuando me aburro de mirar dibujos animados en la estacion estatal NRK y mientras mi esposa esta trabajando de empaquetadora de pescado en la factoria local, decido ponerme mi traje de vikingo que compre en internet con las regalias de Belus y salir de caminata por los virginales (y aun no arruinados por la invasion judia) bosques noruegos.
Vivo en una localidad algo remota y soy el unico tipo de mi edad en todo este glorioso pais de malditos cristianos que no puede encontrar trabajo (dicen que mi pasado criminal no me califica ni para freidor en McDonald's), lo que significa que esas tardes las paso solo. Figurativamente hablando, pues me acompaña el vasto bosque noruego y sus arboles naturales de la zona noruega, el cielo azul noruego, las nubes noruegas, uno que otro
caribú noruego y por supuesto, las cientos de leyendas de vikingos noruegos que alimentaron mi odio hacia ese cobarde Euronimo y hacia todos los metaleros con su cojudo amor por la musica negra.
Mis caminatas duran entre tres y cuatro horas, pero en mi mente duran siglos. Son momentos preciosos en los que mi cabeza escapa de mi casco de vikingo y se adentra en la historia de este, el pais mas bello de la tierra.
Cuando el sol pega con fuerza y mi cuerpo se calienta me quito los zapatos. Asi siento entre mis dedos la tierra legendaria de mis antepasados, mis pezuñas absorben el cal y la mugre de terrenos que presenciaron las mas brutales batallas entre herejes y bastardos cristianos. Esas tardes puedo casi ver a mis antepasados; grandes, imponentes, nobles, fuertes, apuestos, guapos y blancos, bien blancos, recontra blancos. De piel palida como sabanas nuevas de un hotel y ojos azules color del cielo escandinavo mas limpio, los vikingos parecen mirarme desde otra dimension, sonreirme desde otro siglo, y saludarme con un Heil Varg!
Esas tardes imagino a mis antepasados como gigantes apuestos, musculosos con largas cabelleras rubias, con sus brazos con biceps mas duros y redondos que una manzana y sus pectorales duritos brillando como si estuvieran engrasados. Si me concentro fuerte, hasta los puedo oler, ese sudor que despedian del sobaco parece haber quedado impregnado en el viento. Yo le llamo 'colonia aria'.
Pero bueno, asi son algunas tardes. Por lo general me la paso mirando capitulos repetidos de Thor, imaginando que aun esta de moda la quema de iglesias y contemplando el bosque desde mi ventana, esperando a que mi mujer llegue de trabajar un turno de doce horas en la pescaderia para que me cocine la cena y me alimente a mi primero y luego a nuestros vastagos.